¿Qué es el apego?

El apego es el mecanismo emocional evolutivo que vincula a los niños con sus cuidadores adultos. Es la forma en que nos relacionamos con nuestros cuidadores, el cómo expresamos nuestras necesidades y cómo nuestras necesidades son cubiertas.

Como los niños son indefensos y no tienen lenguaje, los estilos de apego se desarrollan como una forma de sobrevivir y obtener sus necesidades básicas. Los niños lloran para alertar a sus cuidadores de lo que necesitan para sobrevivir, y aprenden a comportarse de una manera que les permite obtenerlo. Por ejemplo, comida, afecto, amor, confianza, calidez, seguridad, protección, consistencia y por sobre todo, una presencia receptiva, atenta.

El apego en la adultez tiene que ver con cómo construimos relaciones y con cómo manejamos los altos y bajos de esas interacciones. Cómo comunicamos, reparamos y nos relacionamos. Se trata de nuestra capacidad para conectar, para sentirnos satisfechos en nuestras relaciones y de la capacidad para desarrollar y mantener intimidad.

En las relaciones adultas nuestro sistema de apego se actualiza con nuestras parejas románticas, va cambiando. Es muy común que nos identifiquemos con varios comportamientos de distintos estilos de apego y que, mirando nuestra historia, veamos que hemos atravesado por varios «estilos».

Estilos de apego

APEGO SEGURO vs INSEGURO

Si tu cuidador estaba disponible a tus necesidades, si era consistente y atento a ellas, probablemente formaste un patrón de apego seguro. Es decir, en general, tus padres estaban disponibles y en sintonía con tu necesidades, te hacían sentir que te veían. Tus cuidadores eran una presencia constante y fuerte, que apoyaban tu independencia con cuidado y afecto.

Pero si tu cuidador no se mostraba accesible ni atento a tus necesidades, probablemente generaste un patrón de apego inseguro. Algunas situaciones de vida de los adres pueden generar este tipo de patrón. Por ejemplo, si tus padres estaban bajo mucho estrés o tenían muchos otros niños que cuidar, o tenían una dependencia a las drogas o al alcohol, o tenían un trastorno del ánimo o de personalidad, puede ser que no estuvieran muy presentes para ti ni física ni emocionalmente. Esto se traduce en un patrón inseguro.

El patrón de apego inseguro se manifiesta de 3 formas:

  • Apego ansioso
  • Apego evasivo
  • Apego temeroso

Se calcula que alrededor del 50% de la población son seguros, 20% son ansiosos, 25% son evitativos y unos 3 a 5%  tiene apego desorganizado (también llamado temeroso), vinculado a pérdidas no resueltas o trauma.

No hay una distinción de sexo respecto de los estilos de apego: tanto hombres como mujeres pueden ser seguros, evasivos, ansiosos o temerosos.

Apego ansioso

Cuidadores inconsistentes o contradictorios, por lo que el niño busca claves sobre cómo su comportamiento afecta o no al de sus padres. A veces el cuidador es muy receptivo y cariñoso, en otras ocasiones puede ser intrusivo y emocionalmente hambriento, y en otras distante y emocionalmente inaccesible. Esto deja al niño confundido e inseguro, sin que nunca sepa el tipo de trato que pueda esperar.

El niño se vuelve pegote con sus padres y actúa un poco desesperado hacia ellos, tratando de «sacarles el jugo» cuando tiene su atención y temiendo el momento en que se la quitarán. Se muestra desconfiado e inseguro. Se agita y no puede calmarse o sentirse en paz.

El niño desarrolla un patrón de atención con foco en el otro, y la pregunta que subyace es la duda de si va a poder satisfacer sus necesidades o no.

Si tienes este estilo vincular, enfrentas el riesgo de ser abandonado aferrándote desesperadamente. En tu vida, a diario, es un temor activo el que efectivamente te abandonen. Puede que seas celoso y que no toleres muy bien las separaciones físicas. Puede haber también una tendencia a estar crónicamente insatisfecho y a proyectar tu historia familiar en tu relación.

Muchas veces si la otra persona se vuelve disponible, tú te vuelves no-disponible. Desacostumbrado a recibir amor, al tenerlo disponible no calza con tu marco sobre lo que es el amor -que para ti significa estar constantemente anhelándolo-.

Apego evasivo

Cuidadores negligentes, emocionalmente no disponibles, emocionalmente distantes, insensibles y hasta hostiles a las necesidades de conexión del niño. El adulto está preocupado de su propia vida, poco o nada de alerta respecto del niño, insensible a sus necesidades. Poca respuesta ante sus demandas.

Estos son niños que parecen “viejos chicos”, muy autónomos, como si no necesitaran a nadie,  muy autocontrolados, autosuficientes y con mínimas interacciones con otras personas.

Si tienes este estilo vincular enfrentas el riesgo de ser abandonado sin vincularte seriamente con nadie en particular. Sentir poco o nada de emoción puede ser un problema para ti.

Apego temeroso

Se genera producto del abuso, trauma o caos en el hogar. De niño los padres o cuidadores fueron física o mentalmente abusivos. El niño responde a este comportamiento atemorizante separándose psicológicamente de la experiencia: ya no está en su propio cuerpo y luego tiene poca o ninguna memoria de lo que ha pasado.

Está dividido entre querer y temer a su cuidador, porque su abusador y su fuente de bienestar es la misma persona. Lo busca por desear seguridad, pero a medida que se acerca, se siente inseguro y se retira. Su defensa es desconectarse emocionalmente.

 El niño recibe mensajes doble vinculares de parte de los cuidadores. Es como decir “ven y ándate”, donde los cuidadores crean situaciones en las que es imposible ganar. Por ejemplo, le dicen que ordene y cuando lo hace el niño es criticado por cómo lo hace, lo ridiculizan y lo castigan.

Si tienes este estilo vincular, probablemente te sientes entrampado emocionalmente en el conflicto de querer intimidad y al mismo tiempo temerla.

Los 4 estilos de apego adulto

Es posible pensar los estilos de apego como continuos en ejes de ansiedad y evitación.

Los seguros tendrían baja ansiedad y baja evitación: te sientes cómodo con la intimidad con tu compañero romántico y no te obsesiona mucho la relación o la capacidad de tu compañero para amarte, y fluyes con lo que hay.

Los ansiosos alta ansiedad y baja evitación: ansías cercanía e intimidad, pero tienes muchas inseguridades respecto de hacia dónde va la relación. Hay cosas pequeñas que hace tu pareja que te gatillan.

Los evasivos tienen baja ansiedad y alta evitación: si te sientes incómodo cuando las cosas se vuelven demasiado íntimas y cercanas, si valoras tu independencia y libertad más que la relación y tiendes a no preocuparte sobre los sentimientos o el compromiso de tu pareja.

Los temerosos tienen alta ansiedad y alta evitación: si te sientes incómodo con la intimidad y también te preocupa mucho la disponibilidad de tu pareja, tienes una rara combinación de ansiedad y evitación. Muy poca gente cae en esta categoría, por lo que si eres una de ellas, puedes beneficiarte de la información de los estilos ansioso y evasivo.

No todos caemos perfecto en una categoría, estas son descripciones basadas en continuos de alta y baja evitación y alta y baja ansiedad. Lo importante es considerar la tendencia comportamental: ¿Cómo te comportas la mayoría de las veces?

CÓMO TE VES A TI MISMO Y AL MUNDO

Cada estilo tiene una forma de verse a sí mismo y al resto que define desde dónde se vincula, desde dónde se para para relacionarse. 

Una persona con una opinión positiva del resto sostiene creencias como “la gente tiene buenas intenciones”, “las personas son confiables”, “la gente lo hace lo mejor que puede”. Si tiene una mala experiencia con alguien, por ejemplo, va a ser capaz de no caer en la generalización (si alguien le hizo daño, no significa que todos son malos).

Tener una opinión negativa de los otros se puede reflejar en creencias como: “no se puede confiar en la gente”, “todos se tratan de aprovechar de mí”, “me quieren hacer daño”, “la gente es chanta o penca”  o “nadie está a la altura de mi nivel”:

Los distintos estilos de apego se pueden identificar por las siguientes características:

Seguro

  • Opinión positiva de sí mismo y de los otros.
  • Confía en los otros con facilidad.
  • En sintonía con sus emociones y las del otro.
  • Puede comunicar lo que necesita directamente.
  • Comportamiento cooperador -win win- y flexible.
  • Cómodo con la independencia y con la interdependencia.
  • Cómodos en situaciones de intimidad, cálidos y cariñosos.
  • Más satisfechos en sus relaciones.
  • Se sienten seguros y conectados y permiten que su pareja y ellos mismos se muevan con libertad. Ofrecen apoyo cuando la pareja está estresada y se apoyan en su pareja cuando andan complicados.
  • Tienen relaciones honestas, abiertas e igualitarias.

Ansioso

  • Opinión negativa de sí, positiva del otro.
  • Le cuesta comunicar sus necesidades directamente.
  • Miedo al abandono. puede manifestarse en un miedo paralizante a perder a su pareja y su conexión.
  • Muy sensible a amenazas externas.
  • Valora cercanía e intimidad. Quiere consistencia y estabilidad.
  • Se siente ansioso o inseguro cuando su pareja no está.
  • Hace cosas por el otro para asegurarse su afecto, demasiado orientado a agradar, olvidándote a veces de sí mismo.
  • A veces da demasiado y se vuelve rencoroso cuando no es recíproco o apreciado. “Lleva la cuenta”.
  • Sensación de que no vale la pena, de que no es posible ser querido como es o que no merece amor.
  • Cuando se siente inseguro respecto de los sentimientos de su pareja, se vuelve demandante, pegote o posesivo.
  • Puede pasar de sentir ansiedad o estar decepcionado a estar enojado o enrabiado cuando su pareja falla en responder a sus necesidades.
  • Puede abrumar a tu pareja o alejarla con demandas o expectativas poco realistas. Esto aumenta y confirma sus temores.

Las personas con apego ansioso suelen caer en estrategias de activación cuando se sienten inseguros. Las estrategias de activación son pensamientos o sentimientos que los impulsan a acercarse, física o emocionalmente, a sus parejas, tratando de reestablecer la cercanía. Cuando logran que su pareja responda, pueden volver a su normalidad más calma. 

Algunas estrategias de activación son:

  • Pensar tanto en su pareja que tiene dificultad para concentrarse en otras cosas.
  • Solo recordar sus cualidades positivas.
  • Creer que esta es la única oportunidad que tendrá del amor. Ejemplo: solo soy compatible con muy poca gente,
    cuáles son las posibilidades de encontrar a alguien como él o ella, toma años conocer a alguien, voy a acabar solo

Por otro lado, los comportamientos de protesta son las acciones que intentan reestablecer el contacto con la pareja y obtener su atención. Se manifiestan de muchas formas distintas.

Algunos comportamientos de protesta:

  • Excesivos intentos de restablecer el contacto. Ejemplo: llamar mucho, mandar mensajes o email, esperar por una llamada, pasearse por donde se ubica su oficina a ver ti se lo topa.
  • Retirarse: ley del hielo, no hablar, hablar con otros pero específicamente no con su pareja, ignorar.
  • Llevar la cuenta: ponerle atención a cuánto se demoró en llamar y esperar tanto o más para devolverle la llamada. Esperar que el otro haga el primer acercamiento y actuar distante hasta que lo haga.
  • Actuar de forma hostil: poner los ojos en blanco cuando el otro habla, mirar para otro lado, pararse e irse de donde están cuando el otro está hablando. a veces puede volverse una actitud francamente violenta.
  • Amenazar con irse: hacer amenazas “no nos estamos llevando bien, no creo que pueda seguir haciendo esto”.  “sabía que no íbamos a funcionar” “voy a estar mejor sin ti” todo esto esperando que el otro lo detenga y no lo deje irse.
  • Manipulaciones: mostrarse ocupado o inaccesible, ignorar llamadas, decir que tiene planes cuando no los tiene.
  • Sacarle celos: hacer planes para juntarse con un ex a almorzar, salir con amigos a un bar de solteros, decirle a su pareja que alguien lo trató de seducir.

Evitativo

  • Opinión positiva de sí, negativa de otros.
  • Minimiza la importancia de las relaciones, orientados a sus carreras, centrados en sí mismos.
  • Relaciones superficiales y más egoístas, se sienten más cómodos en encuentros casuales y en relaciones cortas.
  • Equipara la intimidad con una pérdida de independencia y se esfuerza constantemente por evitarla, foco en ser autosuficientes.
  • No logra reconocer sus propias necesidades ni las de los otros, y terminan siendo desdeñosos e ignorando las necesidades de su pareja.
  • Andan con checklist, nadie da el ancho.
  • No temen que los dejen ni engañen.
  • Puede que tenga dificultades para expresar sus necesidades o sentir que mejor hace todo solo en vez de pedir ayuda.
  • Sus amigos y amantes dicen que envía señales contradictorias: parece muy conectado a veces y después puede ignorar a las personas que dice que le importan.
  • Puede ser que autosabotee su relación para evitar la intimidad.
  • Puede ser que extrañe a su pareja, pero se sienta estresado cuando están juntos.

Los evasivos suelen usar estrategias de desactivación, es decir, comportamientos o pensamientos para suprimir la intimidad. Estas estrategias reprimen el sistema de apego, el cual es responsable de nuestro deseo de buscar cercanía con una pareja preferida.

Las estrategias de desactivación se usan para suprimir estas necesidades en el día a día. Mientras más usas estas herramientas, más solo te sientes y menos contento estarás en tus relaciones. Algunas estrategias de desactivación son:

  • Decir o pensar “no estoy listo para comprometerme”, pero seguir emparejado, a veces por años.
  • Enfocarse en las pequeñas imperfecciones de su pareja -cómo come, se viste, etc.- y permitir que eso se interponga a los sentimientos románticos.
  • Tener una fijación con un ex (el síndrome del ex fantasma).
  • Coquetear con otros -una manera dolorosa de introducir inseguridad en la relación-.
  • No decir “te amo”, aun cuando implica que tiene sentimientos hacia la otra persona.
  • Desaparecer cuando las cosas están bien. Ejemplo: no llamar por días luego de una cita íntima.
  • Formar relaciones que tienen un futuro imposible, por ejemplo, con alguien casado.
  • Desconectarse mentalmente cuando su pareja le habla.
  • Tener secretos y mantener las cosas nebulosas, confusas, poco claras -para mantener su sensación de independencia-.
  • Evitar la cercanía física -no querer compartir la misma cama, no querer tener sexo, caminar a varios pasos de distancia de su pareja-.

Temeroso

  • Combinación del ansioso con el evitativo.
  • Opinión negativa de sí y de los otros. Tiene que ver con haber crecido en un ambiente donde la persona que lo cuidaba era también la que lo dañaba. Aprende a temer la intimidad.
  • Centrado en sí mismo, necesidad fuerte de estar en control.
  • Quiere cercanía pero tiene alta ansiedad cuando comienza a depender de alguien y enganchar.
  • Quiere intimidad, pero le cuesta confiar: esto le genera una disonancia que lo estresa.
  • Teme el rechazo. Tiene miedo al abandono, pero también les cuesta la intimidad.
  • Se acerca y se aleja.
  • Falta de control de impulsos. 
  • Tiende a sentirse sobreexplotado o usado en relaciones
  • Vive en un estado de ambivalencia constante. Teme estar muy cerca y demasiado lejos de los otros.
  • Se siente sobrepasado por sus reacciones y sufre tormentas emocionales con frecuencia.
  • Suele ser impredecible emocionalmente.
  • Muy vigilante y atento al peligro.
  • Cambios en el estado de ánimo.
  • Suele estar en relaciones conflictivas o dramáticas, con muchos altos y bajos.
  • Se pega a su pareja cuando se siente rechazado y se siente atrapado cuando están muy cercanos.
  • Navegar las relaciones y la intimidad se siente como territorio peligroso para los que tienen este tipo de apego, pero es posible progresar.

Ejemplos de cómo habla y siente cada tipo

A continuación puedes encontrar algunas afirmaciones que pueden tipificar los diferentes estilos:

Seguro:

  • Me siento cómodo compartiendo mis pensamientos privados y sentimientos con mi pareja.
  • Raramente me preocupa la idea de que mi pareja me deje.
  • Estoy muy cómodo siendo cercano a mis parejas románticas.
  • Estoy bien cuando estoy solo, pero prefiero el dar y recibir de una relación íntima.
  • Valoro mis relaciones cercanas y haré lo necesario para mantenerlas en buena condición.
  • Me llevo bien con muchos tipos distintos de personas.
  • Me encanta la gente, y yo suelo gustarle a la gente también.
  • Mis relaciones cercanas no son frágiles.
  • Tener mucho contacto físico y afecto me gusta.
  • Me siento relajado tanto cuando estoy con mi pareja como cuando estoy solo.
  • Las interrupciones de mi seres queridos no me molestan.

Ansioso:

  • Tengo miedo de perder el amor de mi pareja.
  • Muy frecuentemente me preocupa que mi pareja no se quede conmigo.
  • Con frecuencia me preocupa que mi pareja no me ame realmente.

 Evasivo:

  • Prefiero no mostrarle a mi pareja cómo me siento en el fondo.
  • Encuentro difícil permitirme depender de parejas románticas.
  • No me siento cómoda abriéndome a compañeros románticos.
  • Sé cuidarme mejor que lo que cualquier otra persona podría hacerlo.
  • Soy el tipo de persona que prefiere hacer las cosas solo.
  • Me siento en mi mejor versión cuando puede pasar tiempo sola en mi santuario privado.
  • Si me enojas, necesito estar un rato solo para calmarme.
  • Con frecuencia siento que mi pareja quiere o necesita algo de mí que no puedo entregarle.
  • Me siento más relajado cuando estoy solo.
  • Soy poco demandante y prefiero una pareja que sea igual.

RECONOCER TU PATRÓN DE APEGO

Es extremadamente importante empezar a reconocer tu estilo de apego y cuáles son las situaciones que activan tu patrón. La forma en que llegas a relacionarte con el otro determina en parte tu experiencia. Si no eres capaz de responsabilizarte de lo tuyo, seguirás repitiendo.

Por ejemplo, puedes empezar a pensar cómo te comportas cuando estás estresado: algunos cuando están bajo estrés se vuelven demandantes, reclaman afecto y pueden ser confrontacionales, mientras que otros se retiran relacionalmente, se desconectan y disminuyen su respuesta emocional.

También si examinas tu propia historia te darás cuenta de que hay “temas” recurrentes: problemas fundamentales, vulnerabilidades, puntos sensibles. Miedos que se repiten una y otra vez.

Algunos no quieren ser controlados ni perder su libertad, otros temen ser abandonados, otros lo que más temen es salir dañados. Si nos paramos desde cualquiera de esos lugares, estamos poniendo al otro en una posición antagonista, en vez de verlo como un compañero.

Cuando le ponemos atención a nuestra historia somos capaces de observar cómo comienzan, se desarrollan y terminan las relaciones en las que nos involucramos.

Cuando no identificamos nuestros temas fundamentales, andamos como disco rayado por la vida, reviviendo la misma historia y jugando el mismo rol en nuestras relaciones.

En relación con el apego, en algún momento desarrollamos un tipo de conducta que fue útil para protegernos y proporcionarnos la seguridad que tal vez no encontrábamos en nuestro entorno.

El problema es que a veces esa conducta la seguimos aplicando, seguimos repitiendo, porque tenemos incorporada que esa es LA forma de hacerlo.

Necesitamos reconocer nuestras necesidades y al mismo tiempo identificar cuando el patrón se vuelve desadaptativo. Debemos aprender a vincularnos desde un lugar más seguro.